miércoles, 19 de noviembre de 2008

Negadora


La negadora tiene la capacidad de tapar lo que cree que le hace daño.

Vive en un mundo sofocando los deseos, negando las lágrimas, regalando sonrisas, escondiendo miradas.

No quiere entender lo que le pasa realmente, no quiere ver esas imágenes que aparecen entre los ojos y los párpados un segundo antes de dormir.


La negadora prefiere una mentira para no volver a sentir.

Llena su mundo de sinsentidos, hace mil cosas para no pensar.

Evade el dolor, apaga el timbre para evitar saber si alguien toca a su puerta.

Crea un mundo irreal lleno de paciencias, felicidades y verdades absolutas.


La negadora habla hasta el cansancio, colma de palabras vacías las cabezas que la rodean. Habla sin completar frases, hablar sin decir nada.

Crea parches temporales para males eternos.


La negadora vive radiante hasta que un día algún impulso excesivamente atrevido la invade, ella sonríe porque piensa que juega, que no hay roturas, que no habrá daño.

Con sonrisas y palabras va destapando su canal, comienzan a caer sus primeras lágrimas, se empiezan a rajar los muros de su trinchera.

Pero ella sigue sonriendo porque cree tener el control, y entre fantasías y realidades un día se queda sin vocablos, su sonrisa se hace cada vez más débil, se va dando cuenta que no sabe para qué hace todo lo que hace.


Le dejan de servir sus falacias, en ese escenario demasiado humano ya no hay lugar para su personaje.

La negadora cae en lo más temido, lo más negado, lo más odiado.

La negadora vuelve a creer en el amor.


Bete... rraba