miércoles, 30 de abril de 2008

Reclamo a la Palabra

Las palabras son las mismas. ¿Son las mismas? ¿Son las mismas? Sólo cambian los idiomas, los idiomas. Los acentos, los pretextos.
Las palabras son las mismas, las suyas y las mías, las de ellos y las nuestras. Las palabras son las mismas, y ¿dicen lo mismo? Dicen lo que quiero,
¿dicen lo que quieren? Dicen que no puedo que no puedo que no puedo. ¿O que puedo? Las lágrimas. Las lágrimas lagrimean lastimosamente. Las sillas. Las sillas se sientan, se paran se suben al techo.Las palabras no son las mismas. No son, no lo son, las palabras mías lloran, las suyas cantan, las mías gritan las suyas se fruncen las mías se escapan las suyas, ¡mierda!... se mueren. Me olvido de sus palabras, recuerdo las mías. ¿por qué? ¿por qué? No las quiero, no las quiero, no las quiero a mis palabras. Quiero otras quiero otras quiero.
Las palabras son yo misma. Las palabras son él mismo, son vos misma,
son ustedes. Las palabras son ellos. Las palabras mías se atragantaron. Con el llanto, los mocos, la saliva, la rabia. Las palabras mías son unas niñas irrespetuosas y lloronas. Insolentes. ¡Insolentes! ¡Callense! ¡Vayanse! ¿Por qué no dicen lo que tienen que decir? Digan la verdad, no sean cobardes. Aguanten, alcen la cabeza, digan lo que piensan. Asuman las consecuencias. Ya no las quiero, no las quiero, pero sí. ¿No conocen las palabras? (mis palabras no conocen las palabras). ¿No saben como se deletrean? (mis palabras no fueron a la escuela). Perdón, ésto es íntimo, mío y de ellas, de nosotras. Se ve que en la escuela no aprendí las palabras. No lloren, es mi culpa. Aunque no nos llevemos bien, yo las quiero, yo las quiero. Yo las quiero. Quiero a mis palabras.


Remolacha.

Aclaraciones: éstas palabras se dirigien a la Palabra.
éstas a mis palabras.
éstas a tus palabras, las de él y ella, y las de ellos.

Participantes: La Palabra
Mis palabras
ellos, ellas, ustedes, nosotros, él, vos
yo o el que se sienta identificado
me había olvidado de las lágrimas y las sillas
y el aire, las partículas, las pelusitas que flotan por todas partes

lunes, 28 de abril de 2008

una flor de piel

Una flor de piel reposa sobre mi cama.
Nadie la dejó allí. Nació hoy de noche mientras el ruido de la calle entraba por la ventana.
Me desvestía para ir a dormir y observaba mi cuerpo sin flores, los objetos sin vida, sin aire, inmóviles.
Y cuando caminé hacia la cama la encontré sin nada. Sola y desnuda. Color piel. Perfume a piel.
Tiene arrugas que se doblan y desdoblan. Es muy delicada pero no necesita agua ni tiene pétalos.
La flor de piel se ha muerto hace casi 2 segundos.
Nadie cree que existió. Nadie cree en lo que no puede ver.


REMO

viernes, 18 de abril de 2008

Hoja en blanco

Desde hace ya unas cuantas noches me acomodo delante a esta hoja en blanco con el deseo de transformarla. Quiero regalarle la vida, las ganas, las imágenes que rellenan mis manos, mis horas, mi cuerpo, y cuando empiezo a escribir nada la convence, nada la atrae y no me deja concluir.
Todo lo que he pensado, imaginado, soñado, odiado, es por ella rechazado.
Entonces intento un rato pero ante el silencio aturdidor de mi cabeza y la rebeldía de este espacio que pelea por permanecer vacío, decido dejar para otra ocasión y me acuesto con la sensación de que nuevamente perdí la batalla. La semana va pasando y las palabras se resisten insistentemente a quedar registradas.
Por lo tanto hoy resolví escribir sobre este murmullo que no dice nada, o que no diciendo nada quiere decir algo. Decidí utilizar otra estrategia con esta hoja para ver si la puedo vencer por lo menos esta madrugada.
En este momento quería estar escribiendo sobre la desigualdad que veo y siento, quería estar hablando nuevamente de amor, quería estar dedicándole unas líneas a la sonrisa que me causó el viaje en ómnibus, quería estar garabateando sobre vos y yo y nosotros. Pero otra vez no puedo, quizá este pequeño espacio se aburrió de mis monólogos, de mis repetidos temas, de mí.
Y siempre llego a este punto y me quedo sin palabras, como hoy, sin más nada que decir. Justamente yo que hablo hasta cuando duermo, frente a esta hoja en blanco me quedo en blanco . Como la vez que quedé sin palabras frente a la clase, a tu presencia, frente a una discusión, a una crítica, frente a la tele.
Por eso y antes que se de cuenta me voy. Parece que hoy pude ganarle, o simplemente lo que me estaba pidiendo desde hace mucho es que hablara de ella.

Bete...

viernes, 4 de abril de 2008

Devólvame

Tengo el cuerpo débil. Los brazos me duelen en la articulación del codo. Las piernas cansadas. No tengo ganas de comer. ¿Será porque he decidido dejar de alimentarme para morir de hambre? Hace días me picaban los ojos. Los refregaba y no pasaba nada. Y ahora no me cuesta nada llorar. Ayer me desperté, a mitad de la noche, y tenía lágrimas en las esquinas. Seguí durmiendo, convencida de que la picazón había sido una premonición. Qué supersticiosos podemos volvernos de vez en cuando...
Es patético escribir sobre la depresión. Deprime. Pero no me importa. Quiero cachetear a la depresión, a la tristeza, a la melancolía, y a la mar en coche. ¿Y quién es la mar en coche? ¿Es el mar en auto? ¿Y el mar es bisexual? No. El mar, la mar, no tiene ni sexo ni orientación sexual. Es un ser abstracto que se acaba de infiltrar en este texto. Quizás porque la mar estaba serena, serene estebe le mer.
Li mir istibi sirini mientras nosotros cantábamos canciones añejas, de niños, de cuna, canciones que fabrican nuestra vida. No es ninguna noticia el hecho de que vivimos dentro de un cuento. Pensar eso me saca algunos pesos de encima. De esa manera no me duele haber descubierto, un poco tarde pero no demasiado, que del primer cuerpo que debe enamorarse una mujer para poder amar, es del de una mujer. De esa manera no me duele ahora saber que no puedo sentir amor sin querer morirme al mismo tiempo; que no puedo abrazar sin que el tejido de cada uno de mis órganos empiece a desgarrarse; que no puedo ser feliz más de cinco minutos y medio por momento de felicidad.
Sentirme parte de una historia inmensa que alguien o algo (o yo) está escribiendo o escribió en alguna parte, me quita un poco el dolor de saber que nunca voy a poder decirles cuanto las quiero, que nunca lo van a saber; que nunca se van a enterar de la vergüenza que tengo de quererlas tanto. De los celos irracionales que se despiertan cuando veo cómo quieren a otras personas.
Creer que la vida que estoy viviendo no es en realidad mi propia vida, me permite no sentirme culpable por haber mirado a mi madre con pena y ahora querer decirle que es hermosa, más hermosa de lo que yo podría llegar a ser, pero me falta el coraje de decírselo.
Adherirme a la convicción de que nada de lo que me pasa me importa, me posibilita muchas cosas, por suerte, menos vaciar para siempre la cantimplora de agua salada que cuelga de mis ojos, tan diminutos, y que se derrama aunque no me mueva, aunque permanezca siempre en el mismo lugar. Y mucho menos me libera de la tentación de escribir sobre mi propia humillación. Lo único que me consuela es la ingenua creencia de que leer sobre las desgracias ajenas puede ayudarnos a sentirnos mejor con las nuestras.
Así que presto mis desgracias, pero por favor devuélvanmelas,
no puedo vivir sin ellas.
Remo.
(remo, remo, ¿pero llego a alguna parte?)

Niña, mi niña...

“Estamos invitados a tomar el té.
La tetera es de porcelana
pero no se ve
yo no sé por qué.

La leche tiene frío
y la abrigaré,
le pondré un sobretodo mío
largo hasta los pies,
yo no sé por qué.

Detrás de una tostada
se escondió la miel,
la manteca muy enojada
la retó en inglés,
yo no sé por qué.

Mañana se lo llevan preso
a un coronel
por pinchar a la mermelada
con un alfiler,
yo no sé por qué.”

El otro día nos pusimos a cantar esta misma canción, ya la memoria la había guardado lejos y apenas pudimos completar las dos primeras estrofas.

Pensar que cuando la canté por primera vez, hace más de 15 años, me solidaricé con la leche y de verdad pensé que debería sentir mucho frío en la heladera, pero mi abuela no quiso tejerle el sobretodo. También le pedí a la manteca unas clases de inglés, pero sólo sabía portugués.

Hoy la quiero volver a cantar, no la quiero olvidar, creo que es por miedo de que poquito a poco con ella, se me vaya olvidando mi infancia. Y si se me borra mi niña con ella se van las fantasías que puedo vivir plenamente sin cuestionarme la locura, las probabilidades o los límites. Con mi niña están las posibilidades de ser reina, invisible, caza murciélagos, cantante, bailarina, lobo, Caperucita, futbolista, Xuxa, de volar… Vivir en la luna, en Japón, en el mar Rojo, en la selva de Marte y hasta casarme con un príncipe, pero abandonarlo después para llevar de regreso a su hogar un duende perdido que se alimenta con agua de jamaica…

Hoy no quiero dejar de creer que mi casa es el espacio entre las dos camas, la mía y la de mi hermana, mi techo un par de sábanas viejas y lo demás existe sin estar, pero sé que son reales en alguna parte de mí.

Hoy quiero volver a pensar que la herida de tú pie para mí parece dulce de leche y que la mejor ropa es la de mi madre.

Hoy quiero que el helado, como antes, me dure más de media hora, mientras lo saboreo y lo veo derretirse gota a gota … como la vida misma … gota a gota…


Bete