domingo, 10 de abril de 2011

Diálogos con un bichito bolita...

Verano, caminando por el espacio que existe y no se ve, me detuve al tropezar con un Bichito Bolita (B.B). Como un tropezón no es caída, pero sin recomponerme de tal acontecimiento, sigo en pie para contarlo.

B.B es un crustáceo terrestre, animalito nocturno, que se desplaza por la madrugada sabiendo que lo espera la mañana. Entre ventana y ventana el bichito puede hablar, se muestra inquieto, fastidioso, confabulador y molesto. Con tantos buenos defectos, no hacen falta virtudes.

Si sigo mi camino, avanzo y miro hacia la vereda de enfrente, allá va Bicho Bola, leeeeento pero aparenta seguro, haciendo todo esfuerzo por disimular sus patas cortas. A veces, cuando me ve, sonríe asomando sus cachetes, buscando competir con los míos y sabiendo que ante tal desigualdad seguro voy a perder.

Bicho Bolita, también llamado popularmente chanchito de tierra, mete pechera, acepta invitaciones de tablado, pero no se sabe bien para qué carnaval. Por las dudas que sea para éste febrero, recurre a su capacidad de enrollarse y dándole sentido a su nombre se transforma en una bola para defenderse de locas y amenazas. Una semana más tarde B.B vuelve a ser un acordeón, imparte señales de vida cuando el peligro de ser extinguido se diluyó y la tormenta ya se calmó. Bichito Bolita hace lo que sabe y puede.

Dato no menor, B.B sueña con ser compositor, no se redime ante la naturaleza de sus pequeñas manos e imparte una lucha de acordes desafinados.

Ante tal personaje, señoras y señores, no queda más que armarse una batería de teorías dispuestas a ser refutadas. Rogar por paciencia, acostumbrarse al enfado y caminar con paso seguro, no sea que el destino lo depare con un Bichito Bolita en su próximo tropezón.

Cachetenane