lunes, 14 de febrero de 2011

epidemia

Sí, se relamió los labios, sin darse cuenta que intentaba buscar algo de dulzura.

Dulzura que se fue, quedó, voló y regresó para recordar.

Recordó en el mismo instante que su vida era demasiado fácil hasta ayer, que de eso que se dice amor poco sabía, pero que eso mismo que ignoraba era lo que le estaba complicando el hoy.

Su trinchera fue perfecta, las noches que dejó delante de una pantalla fueron muchas, frías, distantes, pero fáciles al fin. No se compara la soledad de estar solo a la soledad de la ausencia. Esa última sí que es jodida, molesta, carcome, y no estaba seguro de haberla elegido.

Y era tan poco lo que sabía, que no se le ocurría cómo seguir. Se subió al ómnibus, y sí, seguro que certificado médico por mal de amores no le iban a dar. Y por qué el amor no puede ser una enfermedad?, pensó y pensó, y si estaba enfermo?

Su teoría no encontró sustento durante el viaje. Cuando llegó y allí estaban las mismas caras de cada mañana, por primera vez sintió que quería mirar a los ojos de cada una de ellas. Y volvió a pensar, y si también estaban sufriendo de esa enfermedad? Cómo sobrevivían?

Él quería una fórmula, alguna debería de haber, o la humanidad se bancó siempre ese dolor? Alguien debió de haber inventado algo. Y sino, estaba dispuesto a hacerlo él…. no soportaría una noche más sin que lo atrapara su televisor.

Yonane