martes, 30 de diciembre de 2008

poemas mágicos



Entre balcones colgantes de Babilonia,
flores transparentes que van y vienen,
jardines secretos con llaves de madera,
golondrinas azules que aprendieron nuestros nombres,
entre todo eso y nada,
(soltando suspiros de fresa),
hubiera querido vivir mi vida entera.

Porque recuerdo mi cuerpo pequeñito
gateando en busca de los tesoros de tu apartamento;
porque me contaste de Barba Azul
y quise ser su esposa para enterrarlo entre los huesos de su sótano.
Porque dormí contigo sobre mil colchones apilados
y habitamos la misma historia que caperucita y los tres chanchitos.

Por eso y por seguir tomando el té invisible en tus tacitas de porcelana,
quisiera escribir algún día uno de tus poemas mágicos.
Poemas donde no importe viajar y volver sin valijas.
Donde robes narices, salgas a la calle en camisón
y prepares bananas con dulce de leche.

Tu voz desde la cocina me despertó
y corrí con cara de dormida para que me dijeras cuánto había crecido.
Últimamente en el mar flota conmigo una mujer con cola de pescado,
debe ser la sirenita recauchutada

o las lágrimas materializadas que te arranqué en rezongos.
No conocí tus rutinas aburridas en este mundo de mamarrachos,
porque “aunque la mona se vista de seda, mona queda”
y “el que quiere celeste que le cueste”.

No sé de la mujer enamorada de un hombre,
ni de la mamá con costumbres machistas...
de todo eso sólo me nutro de otros cuentos.
Sé de la trabajadora que acompañé a lo viejo de la ciudad
y de la abuela con una capacidad ilimitada para imaginar catástrofes sin límites.

La que regala el abuelo más loco del mundo,
inventa disfraces con lo que hay a mano,
hace pasar las horas con crucigramas,
teje buzos que sobreviven generaciones
y no le teme al diccionario.

Deliramos juntas deambulando por la casa de Durazno.
Conversamos sobre las cosas que veíamos sin verlas.
Y creo que lo último que compartimos,
antes de permitir que el abismo de nuestras locuras nos separara,
fue una coca cola con sandwiches calientes,
solas,
una noche cualquiera, de cualquier año.
O eso, de lo que hicimos, fue lo más loco.

Gracias a ti hay sentimientos que tienen nombre.
Eso lo sé porque a veces, como tú, no estoy cansada,
ni enferma, ni triste, ni tengo hambre,
sino que me duele el alma.

El resto de mí, que está formado por ti,
quiero convertirlo en las palabras de alguno de tus poemas mágicos.
Para que me enseñes otra vez a recitarlo
y del cuerpo no se me quiten nunca tus ademanes.



...lachita

miércoles, 24 de diciembre de 2008

los poemas de Zulma


Setenta balcones y ninguna flor

Setenta balcones hay en esta casa,
setenta balcones y ninguna flor.
¿A sus habitantes, Señor, qué les pasa?
¿Odian el perfume, odian el color?

La piedra desnuda de tristeza agobia,

¡Dan una tristeza los negros balcones!
¿No hay en esta casa una niña novia?
¿No hay algún poeta bobo de ilusiones?

¿Ninguno desea ver tras los cristales

una diminuta copia de jardín?
¿En la piedra blanca trepar los rosales,
en los hierros negros abrirse un jazmín?

Si no aman las plantas no amarán el ave,

no sabrán de música, de rimas, de amor.
Nunca se oirá un beso, jamás se oirá una clave...

¡Setenta balcones y ninguna flor!



Baldomero Fernández Moreno



Sonatina

La princesa está triste... ¿Qué tendrá la princesa?
Los suspiros se escapan de su boca de fresa,
que ha perdido la risa, que ha perdido el color.
La princesa está pálida en su silla de oro,
está mudo el teclado de su clave sonoro,
y en un vaso, olvidada, se desmaya una flor.

El jardín puebla el triunfo de los pavos reales.
Parlanchina, la dueña dice cosas banales,
y vestido de rojo piruetea el bufón.
La princesa no ríe, la princesa no siente;
la princesa persigue por el cielo de Oriente
la libélula vaga de una vaga ilusión.

¿Piensa, acaso, en el príncipe de Golconda o de China,
o en el que ha detenido su carroza argentina
para ver de sus ojos la dulzura de luz?
¿O en el rey de las islas de las rosas fragantes,
o en el que es soberano de los claros diamantes,
o en el dueño orgulloso de las perlas de Ormuz?

¡Ay!, la pobre princesa de la boca de rosa
quiere ser golondrina, quiere ser mariposa,
tener alas ligeras, bajo el cielo volar;
ir al sol por la escala luminosa de un rayo,
saludar a los lirios con los versos de mayo
o perderse en el viento sobre el trueno del mar.

Ya no quiere el palacio, ni la rueca de plata,
ni el halcón encantado, ni el bufón escarlata,
ni los cisnes unánimes en el lago de azur.
Y están tristes las flores por la flor de la corte,
los jazmines de Oriente, los nelumbos del Norte,
de Occidente las dalias y las rosas del Sur.

¡Pobrecita princesa de los ojos azules!
Está presa en sus oros, está presa en sus tules,
en la jaula de mármol del palacio real;
el palacio soberbio que vigilan los guardas,
que custodian cien negros con sus cien alabardas,
un lebrel que no duerme y un dragón colosal.

¡Oh, quién fuera hipsipila que dejó la crisálida!
(La princesa está triste, la princesa está pálida)
¡Oh visión adorada de oro, rosa y marfil!
¡Quién volara a la tierra donde un príncipe existe,
—la princesa está pálida, la princesa está triste—,
más brillante que el alba, más hermoso que abril!

—«Calla, calla, princesa —dice el hada madrina—;
en caballo, con alas, hacia acá se encamina,
en el cinto la espada y en la mano el azor,
el feliz caballero que te adora sin verte,
y que llega de lejos, vencedor de la Muerte,
a encenderte los labios con un beso de amor».

Rubén Darío

Volverán las oscuras golondrinas
Volverán las oscuras golondrinas
en tu balcón sus nidos a colgar,
y, otra vez, con el ala a sus cristales
jugando llamarán;
pero aquéllas que el vuelo refrenaban
tu hermosura y mi dicha al contemplar,
aquéllas que aprendieron nuestros nombres...
ésas... ¡no volverán!

Volverán las tupidas madreselvas
de tu jardín las tapias a escalar,
y otra vez a la tarde, aun más hermosas,
sus flores se abrirán;
pero aquéllas, cuajadas de rocío,
cuyas gotas mirábamos temblar
y caer, como lágrimas del día...
ésas... ¡no volverán!

Volverán del amor en tus oídos
las palabras ardientes a sonar;
tu corazón, de su profundo sueño
tal vez despertará;
pero mudo y absorto y de rodillas,
como se adora a Dios ante su altar,
como yo te he querido..., desengáñate:
¡así no te querrán!



Gustavo Adolfo Bécquer

sábado, 20 de diciembre de 2008

Recapitulando...

Por las nuevas sonrisas, por las sonrisas nuevas
Por algunos ojos que saben devolver miradas
Por las noches frías y largas, calientes y cortas
Por la música que aún sigue confundida entre mi pelo
Por los dientes de nieve
Por pisar las mismas baldosas y llegar a distintos lugares
Por las manos lindas que no se quedan en bolsillos
Por esa almohada que guarda lágrimas
Por repetir, recordar y redescubrir
Por el aroma a café que entiende de nostalgia
Por los pies que transportan
Por descubrir diariamente que es imposible no amar el cielo
Por el ruido del agua
Por la picardía que se asoma en las ventanas
Por los silencios soportados y las palabras entredichas
Por los cabos que no se atan
Por la gente “calentita” como el saco de mi abuela
Por la remolacha que colorea desde la infancia
Por todo lo que calla este nudo de garganta

Gracias año, gracias vida…


Beterraba

jueves, 18 de diciembre de 2008

mi lista provisoria:


* (del antes) distracción difusa tuya

* sonrisas nuestras (del durante) cómplices de nosotros mismos

* preguntas mías saliéndose de la galera (del después)
* tú, de ti (del después del después)

* yo (después de tú de ti)
remolacha

martes, 9 de diciembre de 2008

sabias y sabías

(aviso: esto sale como puede)

anoche se me erizó la piel en el ómnibus...
se me daban vuelta las tripas, casi me bajo pero no.

presagio, mal augurio, presentimiento. pre - sentimiento. (ahora sé que siento.)

después quise que lloviera para caerme en ti como una gotita y poder acompañarte.
después le pedí a una luciérnaga que soplara una nube en 33 para que llovieran flores amarillas que te esperaran.

(mientras buscaba en el diccionario cómo se hacía la lluvia: si era el aire, el agua, el vapor que se hacía nube, que después se enfriaba...nada, no pude.)

después me dijiste lo del velorio y tenías razón. pero qué sabias entonces las luciérnagas: había llovido antes en 33. único tipo de sabiduría en el que creo que creo.

las flores amarillas que crecen al costado de la carretera y se multiplican de noche son las que mejor guardan las gotitas de lluvia. como la mariamol. yo soy así de vulgar y humilde. aunque más vulgar que humilde.

más tarde quise dejar de invadir tu silencio. qué mentira. y te besé sin que lo notaras. qué mentira. y ya dejé de responderte.

olor feo en la mañana. creo que era mi piel quemada.

camino largo a Puntas de Macadam...flores violetas en el camino. ojos de cielo en una guitarra. ojos los míos hundidos en el libro. entre las hojas guardado, aplastado, el jazmín de la cruz de carrasco.

toda una vida por unos segundos. toda la gente. todos los colores, los cachibaches, los diferentes perfumes. toda la historia que hay en las palabras, solamente por unos segundos. todo lo que nunca entenderé o capás un día si,

por u n o s s e g u n d o s

les regalé las flores marchitas, las violetas, no las amarillas.

porque así, marchita, me pongo yo de vez en cuando, nos ponemos acá de cuando en vez, cuándo?....en vez....de....callar mi marchitez con dejo de alegría, me puse a escribir por escribir nomás, para no decir que nunca lo dije en ninguna parte...y para ver si no más no es igual a si.


remolacha.

viernes, 5 de diciembre de 2008

encontrarte a voy

Voy a estar en una piedra,
cuando te canses del camino.
Voy a estar justo a unos centímetros,
y yo, la piedra,
te voy a encontrar.

Voy a dejar que me olvides,
que el amor le hagas a otra mirada,
el hueco de tu mano que le muestres.

Dos por tres en tu zapato a quedarme voy,
a meterme entre tus dedos.
Voy a hacer que te detengas
y te preguntes cómo fui
voy
a parar ahí.

Voy a no ir, no venir,
A no irme, no venirme.

Voy a no quedarme para siempre,
a no olvidarte yo,
dejarte no voy,
de querer nunca más.

Y a pesar de esos voy,
sé que solamente:



voy


yendo voy.


Remolacha

miércoles, 19 de noviembre de 2008

Negadora


La negadora tiene la capacidad de tapar lo que cree que le hace daño.

Vive en un mundo sofocando los deseos, negando las lágrimas, regalando sonrisas, escondiendo miradas.

No quiere entender lo que le pasa realmente, no quiere ver esas imágenes que aparecen entre los ojos y los párpados un segundo antes de dormir.


La negadora prefiere una mentira para no volver a sentir.

Llena su mundo de sinsentidos, hace mil cosas para no pensar.

Evade el dolor, apaga el timbre para evitar saber si alguien toca a su puerta.

Crea un mundo irreal lleno de paciencias, felicidades y verdades absolutas.


La negadora habla hasta el cansancio, colma de palabras vacías las cabezas que la rodean. Habla sin completar frases, hablar sin decir nada.

Crea parches temporales para males eternos.


La negadora vive radiante hasta que un día algún impulso excesivamente atrevido la invade, ella sonríe porque piensa que juega, que no hay roturas, que no habrá daño.

Con sonrisas y palabras va destapando su canal, comienzan a caer sus primeras lágrimas, se empiezan a rajar los muros de su trinchera.

Pero ella sigue sonriendo porque cree tener el control, y entre fantasías y realidades un día se queda sin vocablos, su sonrisa se hace cada vez más débil, se va dando cuenta que no sabe para qué hace todo lo que hace.


Le dejan de servir sus falacias, en ese escenario demasiado humano ya no hay lugar para su personaje.

La negadora cae en lo más temido, lo más negado, lo más odiado.

La negadora vuelve a creer en el amor.


Bete... rraba



jueves, 16 de octubre de 2008

SiNo


Si, sólo eso.

El pollo a la escabeche. Las tangerinas en la mesa.
Los cuentos sobre el amor, que es de por sí un cuento.
Los sueños raros y los sin-sueños.

Si, sólo eso, tan sólo eso.

Si, volví porque me estoy yendo.
Siempre vuelvo y siempre estoy a punto de irme para no volver nunca más.


Si, hay una mano que me apreta el corazón por afuera.
En ese mundo paralelo al que se ve. Hay otra mano, que es la mía, que hace tiempo sostiene una lágrima que se cae, que se cae y se cae de nada más que mi corazón. Como si fuera un ojo.


Si, solamente. Solamente si.

No quiero no.
No quiero noes. Mucho menos los míos, tan apestosos y pastosos.


No me dejan articular más nada.
No me entienden, ni me escuchan, ni me dejan decir que no los quiero.
No me hacen lugar para otra cosa.
No quiero no!


Si quiero si...

Remo/lacha



viernes, 15 de agosto de 2008

La historia de su cabello

Desde que tengo memoria en el frente de mi casa hay un banco de hormigón, bajo la sombra de un hibisco. Sólo de grande me di cuenta de la hermosa sencillez de ese lugar.
Siempre al llegar de la escuela me sentaba en el banco a mirar la gente que pasaba, a charlar con algún vecino o a esperar que salieran los otros niños de sus casas para jugar. Sacudía mis pies, que aún no tocaban el piso, en un eterno vai-ven con puntillas y "guillerminas". Entre la gente que cruzaba, la más esperada e infaltable era ella.
Nunca supe su nombre, lo que conozco de ella es un trozo de su historia.
Era una mujer de estatura baja, llevaba un sobretodo negro y botas en cualquier estación del año. No sé que edad tenía, para mí era una viejita. No recuerdo muy bien su rostro, pero nunca olvidé su cabello.

El largo era algo parecido al infinito, lo que saltaba a la vista era que no se lo peinada, era una maraña de cabellos grises, una rasta gigante, un nido enorme que se extendía hacia un costado y era sostenido por su brazo. No se podía definir a dónde comenzaba o a dónde terminada cada pelo, formaban un bucle gigante donde el comienzo podría ser el fin.
Su figura me causaba cierto temor, el cual escondía mi curiosidad por aquel personaje callejero que todas las tardes caminaban por la calle Doctor Anollés.
La historia que la abrazaba era triste, de esas que se encuentran por ahí. Lo que se cuenta es que tenía una única hija que murió, y desde entonces esa mujer pasó a habitar otro lugar, dejó de peinarse, su ropa siempre pasó a ser la misma, su vida cambió para siempre.
Pero lo más sorprendente para mí siempre fue su pelo y como ella cargaba esa maraña a un costado, sobre el brazo, como si fuera un niño. Sí, ella llevaba los brazos en la posición de quien acuna un bebé, pero en lugar de un pequeño sostenía a su cabello.
El punto que unía a su realidad con la mía era una vereda pero cada una vivía en su universo. Para mí ella era la enigmática mujer, la loca de todos los días. Yo para ella no era nadie, no creo que jamás me haya mirado, no creo que sus ojos miraran a este mundo.
Durante algunos años ese extraño ser fue parte de mi cotidianeidad. No sé bien cual fue el día en que dejé de verla, pero nunca más la vi pasar.
Lo que años más tarde me contaron los vecinos es que terminó en el hospital de la cuidad, rotulada como loca, otra de esas “viejas locas”. Lo que también me contaron es que al llegar al hospital los enfermeros intentaron cortarle el cabello, hecho casi imposible, ya que las tijeras se retorcían sin lograr arrancarle un mechón.
Luego de algunos días lograron por fin desprenderla de sus hebras de pelo y dicen que horas más tarde ella falleció.
Tal vez lo que no entendimos es que para esa mujer una vez más el mundo la desprendía de su hija, una vez más perdía parte de su vida. Tal vez lo que nos cuesta entender todos los días es que eso que llamamos locura está en cada uno de nosotros y es parte de nuestra ciudad.
Bete...

domingo, 13 de julio de 2008

Limpieza y convivencia

Por esas cosas de la la vida me ha tocado vivir con hombres en una misma casa. Algunos por parcial opción, otros por necesidad, unos por imposición, ninguno por verdadera elección.
He vivido con un cantante feliz, que en sus momentos de ocio se dedicaba a robarle música a la guitarra y se levantaba los domingos a la mañana tarareando algún tango o folklore. Actualmente vivo con alguien de mi edad pero que aún es adolescente, dedica una parte de su tiempo al estudio, otra a escuchar muchas canciones intolerables para mis sentidos, y tres cuartas partes de la vida a ver, escuchar, jugar, comentar, ser, vivir fútbol.
Me doy cuenta que siempre fui una tonta ilusa y que aún lo soy. No sé si los hombres de hoy siguen siendo tan machistas como los de ayer. Lo que puedo decir es que en el plano de la limpieza y todo lo relacionado a ella, siguen manteniendo una actitud distante.
Convengamos, a mi no me gusta limpiar la casa, creo que es una pérdida de tiempo en la vida, pero hay que hacerlo, aunque sea un poquito…
Los hombres siguen creyendo que la limpieza de la casa se hace instantáneamente, se vinculan de una manera rara con la escoba, esponja y fregones. A la escoba la toman con delicadeza, como si fuera un bebé recién dormido, a la esponja la doblan o la tocan con la punta de los dedos y los fregones en dos días se convierten en un pedazo de tela maloliente.
Maldigo a las madres de todos esos hombres que no les enseñaron que hay cosas se comparten, ¡si podemos compartir el último trozo del postre podemos compartir la limpieza de los platos!
Los hombres no ven los hongos en el baño, no sienten olor feo en la heladera, no aprecian que el microondas por más tecnológico que sea también se ensucia, no saben que la ropa que se cuelga algún día se descuelga. No están al tanto que los repasadores no siempre fueron negros, no percibieron que la basura no es una "loquita" que va sola hasta el contenedor para suicidarse, y no descubrieron que el papel higiénico no es un ser que se auto-produce.
Yo creía que las mujeres dramatizban, pensaba que todas las que decían que los hombres siguen sin hacer nada por la limpieza de la casa eran unas fanáticas de la exageración, lamentablemente hoy me sumo a ese bando y sé que sus descripciones no exageran.
Mis palabras no buscan ser otra reivindicación feminista, mis palabras buscan generar conciencia por más de un minuto. Quiero que esos hombres piensen por un segundo en la mujer que tienen a su lado, por más que sea una hermana insoportable, sea la novia, la suegra, la esposa, piensen que si las cosas se hacen entre dos todo es más rápido. Piensen que esa mujer que barre, lava, cocina tiene mil cosas más para hacer. Piensen hombres que es lindo tener una casa limpia. Las mujeres, en nuestra mayoría, no limpiamos por ser unas “histéricas de la limpieza”, sino porque comprendemos que todo es más cómodo si el vaso que se usa se lava, si se puede andar descalzo en la casa sin quedar con los pies negros, que es higiénico recostarse en la pared del baño y no quedar con hongos pegados a la piel.
¡Por favor piensen!
No pido tener hombres en casa que se levantan a la mañana con un plumero en la mano. Pido hombres que sigan tarareando una canción mientras simplemente sacuden las migas del mantel, pido hombres que si quieren sigan siendo eternamente adolescentes pero que mientras escuchan un partido de fútbol puedan lavar las ollas, aunque al gritar un gol rompan los platos. Pido hombres que entiendan que las mujeres no somos proveedoras, sino que comprendan que nos encantaría limpiar menos, tener más tiempo para pintarnos o comernos las uñas, terminar el libro que tenemos sobre la cómoda o simplemente no hacer nada.
Quizá el error es de nosotras mujeres en seguir limpiando. Quizá yo tengo mala suerte y los hombres con los cuales he convivido son los únicos que aún no tiene un vínculo cercano con la limpieza.
Quiero creer que algo tan sencillo no puede traer tantas complicaciones. De lo que estoy segura es que no me gusta limpiar, pero lo hago. También estoy segura que no quiero irme a la cama con la bronca de que lo que se puede hacer entre dos, lo termine haciendo uno.
Bete...

P.D.: Se que hay mujeres que no limpian, pero por lo general son conscientes de las consecuencias que eso trae.

miércoles, 25 de junio de 2008

SEXTO

Creo que estoy destinada a inmortalizar para siempre el último año del liceo, ya que con cada invierno los recuerdos empiezan a moverse dentro de mi piel.

Desde aquel entonces ya nada es lo mismo, con la excepción de que aún no aprendí a jugar al truco.

Amigos que cambiaron mis ojos, amores que murieron al comenzar, compañeros que pasaron sin dejaron su nombre, la complicidad que ahora cuesta encontrar…

Recuerdos que se transforman en una sonrisa de saudade.

Por momentos es más fácil pensar que tal vez estoy en un recreo, que en cinco suena la campana y que más una vez tenemos que entrar y continuar...

Bete

Mis penas con agua

Embriagada con otra botella de agua, sola aquí. Esta vez no me convenciste, y ya no sé si no quiero que te alejes para siempre…
Mis apuestas ya están perdidas y escribo para seguir ahogándome en otra copa que no me pasa por la garganta, me raspa, me lastima la esencia, me destruye la ilusión…
Quiero saber lo que está escrito en la línea de mi mano, lo que está enredado, lo que no está… gira, gira, gira… soy un drama, soy una comedia, un terror, suspenso…
Y ya todo huele mal… ya todo está áspero, no puedo tragar… empiezo a toser, quiero gritar, me ahogo, me transformo en esta bruja que creaste, en esta extraña sin sentido, en un signo de interrogación. Ahora encarno tus puntos suspensivos... bebo tu punto final. Ahora ya no soy nada… nadie…
Quiero agarrarte de los pelos y sacudirte.
Sirvo otra copa, suspiro, camino, vuelvo, tomo otro trago y me acuesto.
Me tapo hasta las orejas, abro los ojos en la oscuridad de las sábanas, y en un último intento...te deseo una vida con flores, un suspiro de ensueño, una cama que escuche y una mujer que te adorne.
...
Cierro los ojos queriendo dormir con la seguridad de que nos vemos en otra pesadilla.
...

Bete

viernes, 13 de junio de 2008

Sed

Nunca lloré tanto y con tanta rabia como este año. Las caras de las personas, sus miradas, sus gestos...me pueden más. Sus ojos que me apuntan, que se me clavan, que quieren algo de mi, y yo que no se lo quiero dar. No es del todo que no quiera, es que no quiero querer. Y además, no puedo. Porque no quiero estar acá, quiero estar lejos, lejísimos, en otro mundo. Porque me cago en la autoridad. Me cago en los que vienen a decirme quién son. Me importan un carajo las jerarquías y los protocolos. Las formalidades me dan risa, el miedo al jefe me hace cosquillas. Y yo también tengo miedo y lo odio. No quiero más temer a decir, a opinar. No quiero tener otro jefe que no sea yo misma. Pero cómo cuesta hacer otra cosa. Cómo cuesta cambiar, irse, salir, no volver nunca más. Dar la espalda y no retroceder, no arrepentirse. ¿Hacia dónde ir? ¿A encerrarme en el baño y mirar como lloro frente al espejo? ¿A meterme en la cama y dormir para no pensar? ¿A vivir del aire, por y para el aire? ¿Dónde están las personas a las que quiero ayudar? ¿Cambiar el mundo? ¿Para qué? ¿Hacerlo mejor? ¿Más justo, más equitativo? ¿Dónde están las personas que quieren hacer eso? ¿Cómo logran hacer justicia despreciando al vecino, luchar por la igualdad escupiendo al que creen que está más abajo?

Yo estoy abajo. Abajo de la nada, del agujero negro. Del pozo negro. Yo tengo saneamiento en casa. No lo hice yo, ya estaba ahí. ¿Y si tuviera que hacer un pozo en la tierra para depositar allí los pedazos que mi cuerpo rechaza? ¿Y si tuviera que convivir con esos pedazos junto a mi, en mi cama?

Yo tengo casa, no la hice yo, ya estaba ahí y yo sólo entré. ¿Y si tuviera que entrar a la alcantarilla en vez de pasar por una puerta? ¿Sentarme en el musgo húmedo con la basura que fue útil para otros, con los restos de lo que no tuve, con los cachibaches que nunca tendré?

Yo tengo algo que me cubre la piel con olor a jabón. Algo calentito que no lo hice yo, que ya venía hecho y me lo puse por primera vez. ¿Y si tuviera solamente el trapo de piso y juntara las hilachas con aguajane para taparme las manchas que no se me borran porque ya son heridas?

Yo tengo lágrimas. Un millón de lágrimas infinitas. Y mis ojos tienen piel alrededor para fruncirse y fuerza para soltar las lágrimas. Mis poros las absorben y se nutren de agua salada. La piel me cambia de color y se nota que he estado llorando. Alguien me mira, el mismo que me escupió hace un rato, y le doy pena. Le doy pena porque piensa que soy igual a él o ella. Piensa que un día puedo llegar a dónde él está y tiene miedo de que le haga lo mismo.

¿Y si yo no tuviera lágrimas? ¿Y si mis ojos no tuvieran fuerza para dejarlas salir? ¿Y si mi piel reseca lo único que hiciera fuera resquebrajarse más y más hasta sangrar? Entonces no le daría pena a nadie, ya ni lástima les daría. Ante sus ojos tendría simplemente una carencia más; otro motivo para ser ignorada. Ante los míos tendría sed de llanto. Sed, mucha sed y nada más.


Remo...

jueves, 12 de junio de 2008

martes, 13 de mayo de 2008

Abril

Yo también canto...
¿Quién me ha robado el mes de abril?
"Te quiero pero te olvidaste abril en el ropero..."

Dicen que después de marzo viene abril, pero para mí le sigue mayo. Abril no existe, no existe en mi vida, ni siquiera lo recuerdo cuando cuento los meses. Nada extraordinario me sucede en ese mes, o quizá deja de ser sorprendente porque ocurre en abril.
Es un mes paralizado, no tiene ganas de nada, se sienta a tomar mate en en el cordón de la vereda y espera que los días pasen para poder dejar de existir. Nunca llena otro termo de agua o se levanta para cambiar la yerba, porque no espera a nadie ni a nada, él también sufre la desesperanza. Lo acostumbraron a vivir de asistencialismo y confía en que marzo comience a hacer las cosas para agarrarlas a mitad de camino. Sólo se lo ha visto parpadear cuando la Semana Santa se apodera de sus días a cada tanto, pero no se inquieta, le reza al cielo para que no llueva y permanece sentado hasta que algún dios disponga, dicen que también se acostumbró al paternalismo.
Abril no tiene rostro, y a ahora pienso que se parece un poco a todos. Abril me recordó la cara de la pobreza en algún lugar de mi país, y yo al igual que muchos, con la negación lo asesiné.
BeTe...

miércoles, 30 de abril de 2008

Reclamo a la Palabra

Las palabras son las mismas. ¿Son las mismas? ¿Son las mismas? Sólo cambian los idiomas, los idiomas. Los acentos, los pretextos.
Las palabras son las mismas, las suyas y las mías, las de ellos y las nuestras. Las palabras son las mismas, y ¿dicen lo mismo? Dicen lo que quiero,
¿dicen lo que quieren? Dicen que no puedo que no puedo que no puedo. ¿O que puedo? Las lágrimas. Las lágrimas lagrimean lastimosamente. Las sillas. Las sillas se sientan, se paran se suben al techo.Las palabras no son las mismas. No son, no lo son, las palabras mías lloran, las suyas cantan, las mías gritan las suyas se fruncen las mías se escapan las suyas, ¡mierda!... se mueren. Me olvido de sus palabras, recuerdo las mías. ¿por qué? ¿por qué? No las quiero, no las quiero, no las quiero a mis palabras. Quiero otras quiero otras quiero.
Las palabras son yo misma. Las palabras son él mismo, son vos misma,
son ustedes. Las palabras son ellos. Las palabras mías se atragantaron. Con el llanto, los mocos, la saliva, la rabia. Las palabras mías son unas niñas irrespetuosas y lloronas. Insolentes. ¡Insolentes! ¡Callense! ¡Vayanse! ¿Por qué no dicen lo que tienen que decir? Digan la verdad, no sean cobardes. Aguanten, alcen la cabeza, digan lo que piensan. Asuman las consecuencias. Ya no las quiero, no las quiero, pero sí. ¿No conocen las palabras? (mis palabras no conocen las palabras). ¿No saben como se deletrean? (mis palabras no fueron a la escuela). Perdón, ésto es íntimo, mío y de ellas, de nosotras. Se ve que en la escuela no aprendí las palabras. No lloren, es mi culpa. Aunque no nos llevemos bien, yo las quiero, yo las quiero. Yo las quiero. Quiero a mis palabras.


Remolacha.

Aclaraciones: éstas palabras se dirigien a la Palabra.
éstas a mis palabras.
éstas a tus palabras, las de él y ella, y las de ellos.

Participantes: La Palabra
Mis palabras
ellos, ellas, ustedes, nosotros, él, vos
yo o el que se sienta identificado
me había olvidado de las lágrimas y las sillas
y el aire, las partículas, las pelusitas que flotan por todas partes

lunes, 28 de abril de 2008

una flor de piel

Una flor de piel reposa sobre mi cama.
Nadie la dejó allí. Nació hoy de noche mientras el ruido de la calle entraba por la ventana.
Me desvestía para ir a dormir y observaba mi cuerpo sin flores, los objetos sin vida, sin aire, inmóviles.
Y cuando caminé hacia la cama la encontré sin nada. Sola y desnuda. Color piel. Perfume a piel.
Tiene arrugas que se doblan y desdoblan. Es muy delicada pero no necesita agua ni tiene pétalos.
La flor de piel se ha muerto hace casi 2 segundos.
Nadie cree que existió. Nadie cree en lo que no puede ver.


REMO

viernes, 18 de abril de 2008

Hoja en blanco

Desde hace ya unas cuantas noches me acomodo delante a esta hoja en blanco con el deseo de transformarla. Quiero regalarle la vida, las ganas, las imágenes que rellenan mis manos, mis horas, mi cuerpo, y cuando empiezo a escribir nada la convence, nada la atrae y no me deja concluir.
Todo lo que he pensado, imaginado, soñado, odiado, es por ella rechazado.
Entonces intento un rato pero ante el silencio aturdidor de mi cabeza y la rebeldía de este espacio que pelea por permanecer vacío, decido dejar para otra ocasión y me acuesto con la sensación de que nuevamente perdí la batalla. La semana va pasando y las palabras se resisten insistentemente a quedar registradas.
Por lo tanto hoy resolví escribir sobre este murmullo que no dice nada, o que no diciendo nada quiere decir algo. Decidí utilizar otra estrategia con esta hoja para ver si la puedo vencer por lo menos esta madrugada.
En este momento quería estar escribiendo sobre la desigualdad que veo y siento, quería estar hablando nuevamente de amor, quería estar dedicándole unas líneas a la sonrisa que me causó el viaje en ómnibus, quería estar garabateando sobre vos y yo y nosotros. Pero otra vez no puedo, quizá este pequeño espacio se aburrió de mis monólogos, de mis repetidos temas, de mí.
Y siempre llego a este punto y me quedo sin palabras, como hoy, sin más nada que decir. Justamente yo que hablo hasta cuando duermo, frente a esta hoja en blanco me quedo en blanco . Como la vez que quedé sin palabras frente a la clase, a tu presencia, frente a una discusión, a una crítica, frente a la tele.
Por eso y antes que se de cuenta me voy. Parece que hoy pude ganarle, o simplemente lo que me estaba pidiendo desde hace mucho es que hablara de ella.

Bete...

viernes, 4 de abril de 2008

Devólvame

Tengo el cuerpo débil. Los brazos me duelen en la articulación del codo. Las piernas cansadas. No tengo ganas de comer. ¿Será porque he decidido dejar de alimentarme para morir de hambre? Hace días me picaban los ojos. Los refregaba y no pasaba nada. Y ahora no me cuesta nada llorar. Ayer me desperté, a mitad de la noche, y tenía lágrimas en las esquinas. Seguí durmiendo, convencida de que la picazón había sido una premonición. Qué supersticiosos podemos volvernos de vez en cuando...
Es patético escribir sobre la depresión. Deprime. Pero no me importa. Quiero cachetear a la depresión, a la tristeza, a la melancolía, y a la mar en coche. ¿Y quién es la mar en coche? ¿Es el mar en auto? ¿Y el mar es bisexual? No. El mar, la mar, no tiene ni sexo ni orientación sexual. Es un ser abstracto que se acaba de infiltrar en este texto. Quizás porque la mar estaba serena, serene estebe le mer.
Li mir istibi sirini mientras nosotros cantábamos canciones añejas, de niños, de cuna, canciones que fabrican nuestra vida. No es ninguna noticia el hecho de que vivimos dentro de un cuento. Pensar eso me saca algunos pesos de encima. De esa manera no me duele haber descubierto, un poco tarde pero no demasiado, que del primer cuerpo que debe enamorarse una mujer para poder amar, es del de una mujer. De esa manera no me duele ahora saber que no puedo sentir amor sin querer morirme al mismo tiempo; que no puedo abrazar sin que el tejido de cada uno de mis órganos empiece a desgarrarse; que no puedo ser feliz más de cinco minutos y medio por momento de felicidad.
Sentirme parte de una historia inmensa que alguien o algo (o yo) está escribiendo o escribió en alguna parte, me quita un poco el dolor de saber que nunca voy a poder decirles cuanto las quiero, que nunca lo van a saber; que nunca se van a enterar de la vergüenza que tengo de quererlas tanto. De los celos irracionales que se despiertan cuando veo cómo quieren a otras personas.
Creer que la vida que estoy viviendo no es en realidad mi propia vida, me permite no sentirme culpable por haber mirado a mi madre con pena y ahora querer decirle que es hermosa, más hermosa de lo que yo podría llegar a ser, pero me falta el coraje de decírselo.
Adherirme a la convicción de que nada de lo que me pasa me importa, me posibilita muchas cosas, por suerte, menos vaciar para siempre la cantimplora de agua salada que cuelga de mis ojos, tan diminutos, y que se derrama aunque no me mueva, aunque permanezca siempre en el mismo lugar. Y mucho menos me libera de la tentación de escribir sobre mi propia humillación. Lo único que me consuela es la ingenua creencia de que leer sobre las desgracias ajenas puede ayudarnos a sentirnos mejor con las nuestras.
Así que presto mis desgracias, pero por favor devuélvanmelas,
no puedo vivir sin ellas.
Remo.
(remo, remo, ¿pero llego a alguna parte?)

Niña, mi niña...

“Estamos invitados a tomar el té.
La tetera es de porcelana
pero no se ve
yo no sé por qué.

La leche tiene frío
y la abrigaré,
le pondré un sobretodo mío
largo hasta los pies,
yo no sé por qué.

Detrás de una tostada
se escondió la miel,
la manteca muy enojada
la retó en inglés,
yo no sé por qué.

Mañana se lo llevan preso
a un coronel
por pinchar a la mermelada
con un alfiler,
yo no sé por qué.”

El otro día nos pusimos a cantar esta misma canción, ya la memoria la había guardado lejos y apenas pudimos completar las dos primeras estrofas.

Pensar que cuando la canté por primera vez, hace más de 15 años, me solidaricé con la leche y de verdad pensé que debería sentir mucho frío en la heladera, pero mi abuela no quiso tejerle el sobretodo. También le pedí a la manteca unas clases de inglés, pero sólo sabía portugués.

Hoy la quiero volver a cantar, no la quiero olvidar, creo que es por miedo de que poquito a poco con ella, se me vaya olvidando mi infancia. Y si se me borra mi niña con ella se van las fantasías que puedo vivir plenamente sin cuestionarme la locura, las probabilidades o los límites. Con mi niña están las posibilidades de ser reina, invisible, caza murciélagos, cantante, bailarina, lobo, Caperucita, futbolista, Xuxa, de volar… Vivir en la luna, en Japón, en el mar Rojo, en la selva de Marte y hasta casarme con un príncipe, pero abandonarlo después para llevar de regreso a su hogar un duende perdido que se alimenta con agua de jamaica…

Hoy no quiero dejar de creer que mi casa es el espacio entre las dos camas, la mía y la de mi hermana, mi techo un par de sábanas viejas y lo demás existe sin estar, pero sé que son reales en alguna parte de mí.

Hoy quiero volver a pensar que la herida de tú pie para mí parece dulce de leche y que la mejor ropa es la de mi madre.

Hoy quiero que el helado, como antes, me dure más de media hora, mientras lo saboreo y lo veo derretirse gota a gota … como la vida misma … gota a gota…


Bete




viernes, 21 de marzo de 2008

Vejez

“Muy pronto en mi vida fue demasiado tarde. A los dieciocho años ya era demasiado tarde. Entre los dieciocho y los veinticinco años mi rostro emprendió un camino imprevisto. A los dieciocho años envejecí. No sé si a todo el mundo le ocurre lo mismo, nunca lo he preguntado. Creo que me han hablado de ese empujón del tiempo que a veces nos alcanza al transponer los años más jóvenes, más gloriosos de la vida. Ese envejecimiento fue brutal. Vi cómo se apoderaba de mis rasgos uno a uno, cómo cambiaba la relación que existía entre ellos, cómo agrandaba los ojos, cómo hacía la mirada más triste, la boca más definitiva, cómo grababa la frente con grietas profundas.”


Marguerite Duras
El amante



No es la primera vez. Hoy me vi desnuda frente al espejo. Me vi como dentro de cincuenta años. Eso fue hace unos meses.
En distintos momentos de la vida empezamos a ser lo que somos.
No somos más que memoria.
A los quince y medio, casi todos los días del año curricular, me detenía a ver cómo una compañera de clase que se sentaba delante, movía su pelo por el aire. Cómo sus manos, una y otra vez, llevaban de acá para allá esa lluvia-melena lacia y marrón, cayendo y subiendo, hasta convertirse en una cola de caballo. Recuerdo que, luego de presenciar ese ritual, dedicaba algunos segundos a pensar por qué eso me llamaba la atención. Me gustaba. Y después de pensar eso, lo que hacía era pensar que ese hecho marcaría mi vida. El conjunto: observación, reflexión y conclusión; todo eso, marcaría mi vida.
Y ahora lo escribo. Tal vez tengo miedo de olvidarlo, y que deje de existir esa parte de mi.

Remo...

“La historia de mi vida no existe. Eso no existe. Nunca hay centro. Ni camino, ni línea. Hay vastos pasajes donde se insinúa que alguien hubo, no es cierto, no hubo nadie."

M.D.

viernes, 15 de febrero de 2008

Venganza nocturna...

Ruido…esta noche hago ruido, quiero despertar al que duerme a mi lado y finge estar lejos… Esta noche incomodo…hasta que abra esos ojos, hasta que mire y reconozca que existe más que su sucio ombligo…

Río…esta noche te aturdo a carcajadas, río de tu cara sin palabras, finjo que me encantan esos chistes que no entiendo y ruego que imites nuevamente a ese ganso…

Esta noche canto…traigo la guitarra, encuentro el acorde más desafinado y te hago una serenata, en todos los idiomas, utilizando siempre las mismas palabras…

Leo…esta noche busco un cuento…leo a tu oído, te hago imaginar cada rostro, cada diálogo y cada sonido…y cuando estés por dormirte te despierto y te leo otro y otro y más otro…

Esta noche lloro hasta quedarme sin ojos…inundo la cama, me limpio con tu frazada y sollozo alto hasta que golpee la puerta el vecino…

Bailo… me subo a la cama, y con un pie en cada pared me cuelgo del techo y regreso dando giros de ballet hasta caer sobre tus pies…

Esta noche me cuestiono… genero una crisis existencial, te exijo respuestas, hasta que ninguna me convenza y te diga que no sabes nada…

Hambre…esta noche deseo comer…me preparo una ensalada y mastico a tu lado, mientras tratas de dormir…como hasta que el plato estalle en el piso y vuele el repollo en tu nariz…

Esta noche tomo… me emborracho, te lleno de estupideces, me vuelvo densa, y te vomito mi verdad…

Ruido…Esta noche quiero atrapar la atención, para que espere a que cerremos una vez más los ojos en el mismo instante y reconozca que es mi limpio ombligo el que ahora tiene el poder… por lo menos hasta un nuevo amanecer…


Bete en vacaciones buscando una revancha...

domingo, 27 de enero de 2008

sin sabor

El salero ya no tenía sal y tampoco quedaba rastro de azúcar en el azucarero.
Los granitos se habían ido cayendo de a poco, uno tras uno, en una pelea enredada por la dignidad…
La comida resultó insulsa y esperaba que el té no se evaporara antes de que lo volviera a probar.
Tratando de no pensar, golpeó a esa puerta, pero no hubo respuesta de sabor, de color, tampoco de aroma. El gusto se fue extinguiendo, hasta silenciosamente irse olvidando... y se olvidó de ser una vez más...
Caminó, corrió y hasta una vuelta carnero pretendió dar. Se sintió ridículo por querer, por probar, por buscar aunque sea por última vez.
Volvió y miró la taza, ya todo estaba frío. Pensó que no valía la pena inquietarse nuevamente en busca de esa sensación, tratando de vivir, revivir con excesos, pensar qué era lo que lo hacía feliz.
Él creía saber donde estaba el azúcar, él creía saber quién escondió la sal, él creyó hacer todo para encontrar, pero se fue pensando cuál fue el error…
Ella no sabía de dos, ella no quiso compartir, ella se guardó el sabor entre los dedos y cerró su mano sin avisar…
Bete...

jueves, 24 de enero de 2008

Inventario de ojos


Ojos abiertos, ojos cerrados,
ojos de sueño, ojos desentendidos, ojos mentirosos,
ojos perdidos, ojos caprichosos, ojos misteriosos, ojos enloquecidos,
ojos desalentados, ojos enfermos, ojos malos, ojos tiernos, ojos graciosos.
Ojos tristes, ojos mimosos, ojos distantes, ojos cansados,
ojos dispuestos, ojos avergonzados, ojos familiares, ojos desconocidos,ojos que no veo, ojos amigos, ojos conquistadores, ojos que buscan, ojos picarones, ojos desconcertados, ojos nostálgicos, ojos aburridos,
ojos marrones que un día fueron verdes…
Ojos que hablan, ojos que callan,
ojos que no dicen nada, ojos que dicen más que una palabra…
Muchas fueron las miradas que me dieron tus ojos,
todas seguidas de silencio tuyo, no mío, todas pueden ser mucho más de lo que me imagino, o ser simplemente miradas de tus ojos sin ningún sentido…

Beterraba hace mucho...


martes, 22 de enero de 2008

La vida así

Te extraño hasta los codos.


Con la cara, los cachetes y los labios.

Te extraño en bici y en la ducha.

En la olla y en la garganta.





Te extraño en mi tiempo y mi tiempo te extraña.





Qué triste es la vida así. Sin cariño.



Remo...

los peces se fueron de casa


los peces se fueron de casa. Nadaban acá desde chiquitos,

pero se fueron de casa.

Los vimos crecer, cómo se les ponían las escamas. Les enseñamos a mover la cola y a usar la aleta izquierda igual o mejor que la derecha.

Pero se hicieron grandes y fueron a la escuela. Todos queríamos que aprendieran a leer y escribir. No creímos que algún día se irían.

En casa la cocina era un estanque. Todos usábamos trajes de baño para estar ahí; era la zona familiar y pasamos muchos lindos momentos de remojo.

Ahora comemos sobre la mesa y ya nada es lo mismo.

Sin los peces esto se parece a un desierto: las algas se secaron, y con las caras resecas ya no podemos casi articular ningún movimiento.

Qué difícil es volver a caminar…

Los peces se fueron de casa y yo lo único que quisiera es que hagamos burbujitas todos juntos, algún día, de nuevo…


Remo...

amalia



Amalia se llena la boca de pasta de dientes y escupe sobre la pileta.

Estoy segura de que tiene la barriga llena de agua, la vejiga llena de orina, y quiere reventar pero no puede.

Amalia: no importa el color de tu pelo, ni el de tus ojos, no importa ninguno de los recovecos de tu cuerpo, que era hermoso. No importás tú, aunque insistas junto a la heladera o frente a la ventana.

La gente pasa y mira. Mira y no hace nada. Las personas quieren morirse de viejas y sin problemas. Como tú, y como yo.

Más conveniente sería que te cortaras el pelo y dejaras de ponerle tinta roja al shampoo. Más valdría que cuando te sientes a esperar que se termine la siesta, te vistas y no te quedes en camisón, ni semi desnuda.

Tu desnudez ya me da pena. Y te hablo como hombre, porque cuando te hablo, me hablo a mí misma. Tan original soy…

Amalia, no vuelvas a morirte nunca más. No vuelvas. Amalia, veo tu espalda, lisa y color ocre, sobre el colchón tirado en el suelo. Veo tu espalda y quisiera tocarte con mi mano. Dejar mi mano sobre tu espalda. Soltar mis dedos, dejarlos caer.

Amalia, la sábana te cubre recién cuando empieza tu cadera. Tu pelo largo sobre la almohada, un mechón a punto de resbalar por tu hombro derecho. Tu espalda levemente encorvada, acurrucada, pero larga, como un camino que se ensancha.

En lo que resta libre de la cama ya no hay nadie. Se ha ido. Tan rápida, tan invisible es su presencia. Y te ha dejado tan sola…yo no entiendo, ¿cómo es posible?

Quisiera acostarme junto a ti y morirme a tu lado. Amalia, duermo al compás de tus pulmones. Duermo, pero antes cuento una a una tus vértebras, y me enamoro.
Remo...

el puto vacío



Al fin vengo y digo.
Te digo a ti, hoja en blanco, pantalla en blanco, corazón en blanco. Pero no importa cuanto blanco halla, porque, en fin, estoy diciendo, y duele menos cuando digo. El blanco duele menos.

El vacío se expande. De la mente hacia fuera. El vacío se prostituye pero sin dinero. Se acuesta con todos y todas, todo le viene bien al vacío.

Eso no es prostituirse, eso es iniciativa.

El vacío toma impulso y busca. Encuentra rechazo, encuentra compañía. Un metatarso, que suena a dinosaurio y podría ser un hueso (o estamos equivocados), lo invoca a vaciarse.

El vacío que era mío me dejó por otra. Me cambió. Me abandonó y se fue en silencio, como de costumbre, llevándose la nada y el todo. Porque el todo era la nada. Y nada era mi adentro y mi vacío. Satisfecho por haberse ido, se olvida de mí y de nuestros recuerdos. Recuerdos insípidos, sin comienzo, sin fin ni medio; recuerdos sin historia ni personajes, vacíos como el espejo que le refleja.

Pero no cuesta esto de quedarse sin vacío. No es algo que haga falta, ni que se extrañe en la cama. De noche extraño lo opuesto al vacío, y eso es más difícil recuperarlo.

Recuperar la lengua y el olvido, la historia, el origen, el pasado en común. ¿Dónde está mi común? ¿Dónde está el tuyo y el suyo? Espero que no se lo haya llevado el vacío.

Al fin vengo y digo, y callo, recallo, redigo, invento tu vida, y te borro del mapa. Pero no quiero, borrarte del mapa. Te hablo y te oigo, mientras te estoy olvidando todo el tiempo. Porque todo el tiempo recuerdo, eso que ya se va a gastar…y en este lapso intermedio cuento hasta el infinito y antes de entrar, empiezo la cuenta, una y otra vez…qué difícil se gastan, los recuerdos míos son de los buenos…defecto de fábrica.

Remo...