viernes, 4 de septiembre de 2009

niños II


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Lunes:
Arroyo Sauzal, Rivera:
Nahuel chiquito frente a la escuela. Sentado solito frente a la huerta. Chiquito, gordito, delantal celeste y blanco a cuadritos. Nahuel pregunta cosas a los demás. Mientras, se cambia de lugar, con su short gastado apoya la cola y se vuelve a levantar. Mueve sus brazos y piernas cortas, su piel de pan de tostada, sus ojos que saben más. Dice que salta de acá para allá. Dice que salta de ahí para aquí. Y salta.
La escuela es grande. Muy grande y tiene aire y verde. Toda abierta a la luz, al aire, a los niños y a nosotros que vamos y venimos. Nahuel corretea por el patio. Nahuel corretea por la Dirección y el comedor. Nahuel corretea. Lo persigue una rubia y lacia cola de caballo que lo andaba buscando; lo encuentra y rezonga preocupada. Nahuel camina orondo hacia el salón. Tiene 4 años. Nahuel recibe preguntas: “¿Dónde queda Montevideo?” y contesta preguntas: “Lejos, muy lejos”.
Centro Universitario de Rivera:
Simulaciones. Simular. Simulemos que nuestra vida no es esta de acá, sino aquella de allá. Simulemos que el viento es agua, y el agua, comida, y el frío, amor, y el amor, felicidad.
Terminal de ómnibus:
Un Oasis frente a la terminal. Llegamos al oasis, vamos al oasis. Creemos ver un lugar más allá. Creemos poder llegar. Las frutas. La lluvia.
El vidrio del ómnibus de la terminal. Las gotas de lluvia, gotas de luz. Los ojos pequeños de mi compañera. Los labios perfectos de mi compañera. Las horas que pasan cuando dormimos.
Martes:
Las horas menos que tenemos al despertar. Lo viejos que estamos al bajar del ómnibus. El café sentadas para esperar. La gente desayunando, desayunándose. Los ojos abriéndose, devorándose el día.
Piedras Blancas, Montevideo:
Contar lágrimas, llevar la cuenta.
Dar una mala noticia. Una buena noticia que es mala. A algunos les toca. A otros no. A algunos nos toca nacer. A otros no. A algunos nos toca vivir y crecer y decir. A otros no. A algunos nos tocan las manos. Un abrazo. Una caricia. Un dedo. Aunque sea, nada más, la yema de un dedo.
Miércoles:
Calle Mercedes, Montevideo:
Esperaba el ómnibus contra el cordón. La lluvia caía, pensaba en la hora. Encontré abajo una pieza de un puzle. El agua doblaba el cartón. No me agaché para levantarla, la pieza del puzle no tenía par.

remolacha