miércoles, 25 de junio de 2008

SEXTO

Creo que estoy destinada a inmortalizar para siempre el último año del liceo, ya que con cada invierno los recuerdos empiezan a moverse dentro de mi piel.

Desde aquel entonces ya nada es lo mismo, con la excepción de que aún no aprendí a jugar al truco.

Amigos que cambiaron mis ojos, amores que murieron al comenzar, compañeros que pasaron sin dejaron su nombre, la complicidad que ahora cuesta encontrar…

Recuerdos que se transforman en una sonrisa de saudade.

Por momentos es más fácil pensar que tal vez estoy en un recreo, que en cinco suena la campana y que más una vez tenemos que entrar y continuar...

Bete

Mis penas con agua

Embriagada con otra botella de agua, sola aquí. Esta vez no me convenciste, y ya no sé si no quiero que te alejes para siempre…
Mis apuestas ya están perdidas y escribo para seguir ahogándome en otra copa que no me pasa por la garganta, me raspa, me lastima la esencia, me destruye la ilusión…
Quiero saber lo que está escrito en la línea de mi mano, lo que está enredado, lo que no está… gira, gira, gira… soy un drama, soy una comedia, un terror, suspenso…
Y ya todo huele mal… ya todo está áspero, no puedo tragar… empiezo a toser, quiero gritar, me ahogo, me transformo en esta bruja que creaste, en esta extraña sin sentido, en un signo de interrogación. Ahora encarno tus puntos suspensivos... bebo tu punto final. Ahora ya no soy nada… nadie…
Quiero agarrarte de los pelos y sacudirte.
Sirvo otra copa, suspiro, camino, vuelvo, tomo otro trago y me acuesto.
Me tapo hasta las orejas, abro los ojos en la oscuridad de las sábanas, y en un último intento...te deseo una vida con flores, un suspiro de ensueño, una cama que escuche y una mujer que te adorne.
...
Cierro los ojos queriendo dormir con la seguridad de que nos vemos en otra pesadilla.
...

Bete

viernes, 13 de junio de 2008

Sed

Nunca lloré tanto y con tanta rabia como este año. Las caras de las personas, sus miradas, sus gestos...me pueden más. Sus ojos que me apuntan, que se me clavan, que quieren algo de mi, y yo que no se lo quiero dar. No es del todo que no quiera, es que no quiero querer. Y además, no puedo. Porque no quiero estar acá, quiero estar lejos, lejísimos, en otro mundo. Porque me cago en la autoridad. Me cago en los que vienen a decirme quién son. Me importan un carajo las jerarquías y los protocolos. Las formalidades me dan risa, el miedo al jefe me hace cosquillas. Y yo también tengo miedo y lo odio. No quiero más temer a decir, a opinar. No quiero tener otro jefe que no sea yo misma. Pero cómo cuesta hacer otra cosa. Cómo cuesta cambiar, irse, salir, no volver nunca más. Dar la espalda y no retroceder, no arrepentirse. ¿Hacia dónde ir? ¿A encerrarme en el baño y mirar como lloro frente al espejo? ¿A meterme en la cama y dormir para no pensar? ¿A vivir del aire, por y para el aire? ¿Dónde están las personas a las que quiero ayudar? ¿Cambiar el mundo? ¿Para qué? ¿Hacerlo mejor? ¿Más justo, más equitativo? ¿Dónde están las personas que quieren hacer eso? ¿Cómo logran hacer justicia despreciando al vecino, luchar por la igualdad escupiendo al que creen que está más abajo?

Yo estoy abajo. Abajo de la nada, del agujero negro. Del pozo negro. Yo tengo saneamiento en casa. No lo hice yo, ya estaba ahí. ¿Y si tuviera que hacer un pozo en la tierra para depositar allí los pedazos que mi cuerpo rechaza? ¿Y si tuviera que convivir con esos pedazos junto a mi, en mi cama?

Yo tengo casa, no la hice yo, ya estaba ahí y yo sólo entré. ¿Y si tuviera que entrar a la alcantarilla en vez de pasar por una puerta? ¿Sentarme en el musgo húmedo con la basura que fue útil para otros, con los restos de lo que no tuve, con los cachibaches que nunca tendré?

Yo tengo algo que me cubre la piel con olor a jabón. Algo calentito que no lo hice yo, que ya venía hecho y me lo puse por primera vez. ¿Y si tuviera solamente el trapo de piso y juntara las hilachas con aguajane para taparme las manchas que no se me borran porque ya son heridas?

Yo tengo lágrimas. Un millón de lágrimas infinitas. Y mis ojos tienen piel alrededor para fruncirse y fuerza para soltar las lágrimas. Mis poros las absorben y se nutren de agua salada. La piel me cambia de color y se nota que he estado llorando. Alguien me mira, el mismo que me escupió hace un rato, y le doy pena. Le doy pena porque piensa que soy igual a él o ella. Piensa que un día puedo llegar a dónde él está y tiene miedo de que le haga lo mismo.

¿Y si yo no tuviera lágrimas? ¿Y si mis ojos no tuvieran fuerza para dejarlas salir? ¿Y si mi piel reseca lo único que hiciera fuera resquebrajarse más y más hasta sangrar? Entonces no le daría pena a nadie, ya ni lástima les daría. Ante sus ojos tendría simplemente una carencia más; otro motivo para ser ignorada. Ante los míos tendría sed de llanto. Sed, mucha sed y nada más.


Remo...

jueves, 12 de junio de 2008