viernes, 13 de junio de 2008

Sed

Nunca lloré tanto y con tanta rabia como este año. Las caras de las personas, sus miradas, sus gestos...me pueden más. Sus ojos que me apuntan, que se me clavan, que quieren algo de mi, y yo que no se lo quiero dar. No es del todo que no quiera, es que no quiero querer. Y además, no puedo. Porque no quiero estar acá, quiero estar lejos, lejísimos, en otro mundo. Porque me cago en la autoridad. Me cago en los que vienen a decirme quién son. Me importan un carajo las jerarquías y los protocolos. Las formalidades me dan risa, el miedo al jefe me hace cosquillas. Y yo también tengo miedo y lo odio. No quiero más temer a decir, a opinar. No quiero tener otro jefe que no sea yo misma. Pero cómo cuesta hacer otra cosa. Cómo cuesta cambiar, irse, salir, no volver nunca más. Dar la espalda y no retroceder, no arrepentirse. ¿Hacia dónde ir? ¿A encerrarme en el baño y mirar como lloro frente al espejo? ¿A meterme en la cama y dormir para no pensar? ¿A vivir del aire, por y para el aire? ¿Dónde están las personas a las que quiero ayudar? ¿Cambiar el mundo? ¿Para qué? ¿Hacerlo mejor? ¿Más justo, más equitativo? ¿Dónde están las personas que quieren hacer eso? ¿Cómo logran hacer justicia despreciando al vecino, luchar por la igualdad escupiendo al que creen que está más abajo?

Yo estoy abajo. Abajo de la nada, del agujero negro. Del pozo negro. Yo tengo saneamiento en casa. No lo hice yo, ya estaba ahí. ¿Y si tuviera que hacer un pozo en la tierra para depositar allí los pedazos que mi cuerpo rechaza? ¿Y si tuviera que convivir con esos pedazos junto a mi, en mi cama?

Yo tengo casa, no la hice yo, ya estaba ahí y yo sólo entré. ¿Y si tuviera que entrar a la alcantarilla en vez de pasar por una puerta? ¿Sentarme en el musgo húmedo con la basura que fue útil para otros, con los restos de lo que no tuve, con los cachibaches que nunca tendré?

Yo tengo algo que me cubre la piel con olor a jabón. Algo calentito que no lo hice yo, que ya venía hecho y me lo puse por primera vez. ¿Y si tuviera solamente el trapo de piso y juntara las hilachas con aguajane para taparme las manchas que no se me borran porque ya son heridas?

Yo tengo lágrimas. Un millón de lágrimas infinitas. Y mis ojos tienen piel alrededor para fruncirse y fuerza para soltar las lágrimas. Mis poros las absorben y se nutren de agua salada. La piel me cambia de color y se nota que he estado llorando. Alguien me mira, el mismo que me escupió hace un rato, y le doy pena. Le doy pena porque piensa que soy igual a él o ella. Piensa que un día puedo llegar a dónde él está y tiene miedo de que le haga lo mismo.

¿Y si yo no tuviera lágrimas? ¿Y si mis ojos no tuvieran fuerza para dejarlas salir? ¿Y si mi piel reseca lo único que hiciera fuera resquebrajarse más y más hasta sangrar? Entonces no le daría pena a nadie, ya ni lástima les daría. Ante sus ojos tendría simplemente una carencia más; otro motivo para ser ignorada. Ante los míos tendría sed de llanto. Sed, mucha sed y nada más.


Remo...

1 comentario:

Anónimo dijo...

...te dejo una lágrima, porque no se acaban, en una hojita seca...